Transitar hacia un modelo de desarrollo territorial soberano (II)
BAJO BIDASOA: TRANSITAR HACIA UN MODELO DE DESARROLLO TERRITORIAL (MÁS) SOBERANO (II)
Escenario económico y líneas de actuación posibles
| Iker Eizagirre |
2. Situación económica en Irun. Los datos.
Presentamos los datos principales recogidos del anuario económico de Bidasoa Activa S.A. (2018) para después extraer conclusiones y operativizar en forma DAFO.
Datos socio-económicos básicos
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Población total: 79.201 habitantes
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Densidad comarcal de 1.106,2 habitantes por km2
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Población activa: 37.353 habitantes
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Desempleados: 4.275 habitantes, lo que supone una tasa de paro estimada de 11,5%
- Contratos formalizados en el 2017: 25.835 contratos.
- El número total de personas afiliadas a la Seguridad Social a finales de 2017: 23.717 personas.
- Establecimientos y empleos por ramas de actividad y PIB relativo por cápita.
Formación
El alumnado en los centros educativos de la comarca asciende en 2017 a 12.149 alumnos/as. El 64% de las matriculaciones se registran en centros públicos y el 36% restante en centros privados. En el campus del Bidasoa Mondragon Unibertsitatea se están formando un total de 295 alumnos/as, provenientes tanto de la comarca como de otros municipios.
Tejido económico
Al finalizar el 2017, el tejido empresarial comarcal está compuesto por 6.657 establecimientos que ocupan a 25.727 trabajadores/as, de los cuales el 77% trabaja en el sector terciario. El sector primario destaca por la notable actividad pesquera desarrollada por la flota de Hondarribia, con 24 embarcaciones y 261 tripulantes, la cual se dedica exclusivamente al subsector de bajura. El sector industrial de la comarca se compone de 391 establecimientos dando empleo a 3.756 personas, 3.641 en el municipio de Irun y 115 en Hondarribia.
En cuanto a la construcción, la comarca cuenta con 989 establecimientos que ocupan a 1.545 personas trabajadoras.
El sector terciario (servicios) de la comarca lo componen un total de 5.176 establecimientos, dando empleo a 19.964 personas.
Turismo
La progresiva ampliación de los recursos turísticos comarcales tiene como objetivo la atracción de turistas a la comarca. En el año 2017 la comarca dispone de 47 establecimientos de alojamiento. La capacidad de estos establecimientos alcanza la cifra de 2.516 plazas. En 2017 media anual de ocupación del 66,2%.
Infraestructuras
Elementos fundamentales a tener en cuenta sobre los que se construye el territorio y la actividad económica. En este sentido la red fundamental consta de:
En resumen:
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La población: asimetría poblacional entre los dos municipio de la comarca, que son parte de una aglomeración urbana intermedia dentro de la región urbana de la EuroCiudad Vasca (con Donostia con 180.000 hab. y Baiona-Angelu-Biarritz con 105.396 hab. como polos más fuertes).
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En relación a las fuerzas centrífugas que afectan a la comarca: un 48,1% de las personas empleadas empadronadas en Irun con empleo, lo ejercen fuera de la comarca (Eustat, 2011).
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Una comarca relativamente más pobre: los datos del PIB, la renta familiar y la tasa de paro (la más grande de la provincia) así lo muestran.
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Una comarca con una oferta educativa considerable (Formación Profesional, sobre todo, y universitaria).
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Un tejido económico muy terciarizado que no consigue explotar el sector turístico potencial dada su localización.
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La comarca, y en especial Irun tiene una centralidad secundaria en la ciudad real respecto a las áreas funcionales de Donostia y BAB. Esta posición secundaria es más fuerte en algunos aspectos económicos (que vienen reconocidos por la propia EuroCiudad y el Plan Estratégico de Bidasoa Activa). Así, los sectores de actividad sobre los que se quiere explotar la ventaja competitiva son:
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Logística de tráfico de mercancías (logística avanzada) por su condición de nodo de comunicaciones.
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Comercio 4.0 y referencia para el consumo “ciudad de compras”.
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Se habla de la movilidad eléctrica.
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Un vago sector como “la industria creativa”.
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Oferta formativa en Formación Profesional.
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Topografía básica recogida en las Directrices de Ordenación Territorial (Gobierno Vasco, 2016). En ellas como vemos Irun tiene un peso específico muy secundario respecto a San Sebastián. Peso que trata de ganar potenciando su función puente con Baiona y Europa.
2.1 DAFO
DEBILIDADES – Tejido económico muy terciarizado – Una parte del pequeño comercio en declive: dificultades para la modernización y sitiado por los grandes centros comerciales y las nuevas formas de venta (online). Débil asociación y estrategia inexistente sector-institución compartida. – El peso del primer sector es nulo y no hay apuesta institucional por tratar de revitalizarlo de laguna manera dentro del paradigma del Km0. – El nivel de modernización e innovación de la pyme es pequeño (Ikei, 2017) y no hay colaboración empresarial a nivel comarcal para ello. – Dificultades para facilitar más suelo de uso industrial. – Una débil apuesta por crear fondos de financiación para la innovación en pymes, emprendimientos de la comarca – No existe una estrategia integrada ni liderazgo público en ello. Lo que se hace se hace a nivel de sectores de actividad (agro-alimentario, hostelería, turismo, logística, etc.) pero sin buscar sinergias. – Débil articulación entre los centros formativos y las necesidades de cualificación del tejido económico. – El servicio de emprendimiento de Bidasoa Activa S.A. es deficitario: formaciones aleatorias pero sin servicio de acompañamiento y vinculación con el tejido económico comarcal a la nueva empresa. – No se trabaja la resignificación del emprendimiento como forma legítima y necesaria de generar riqueza para el territorio. – Un nivel de renta relativamente bajo respecto a la provincia y débil cohesión social para actuar de forma común. – Tasas de paro más altas de la provincia. – Visión de crear empleo sí, pero no empleo de calidad. – No existen ni estrategias ni herramientas para la integración al ciclo económico con plenos derechos de sectores con riesgo estructural de caer en la exclusión social o la marginalidad (migrantes y sectores subcualificados). – No existen ni estrategias, ni herramientas para la integración de sectores con riesgo estructural de caer en la exclusión social o la marginalidad (migrantes y sectores subcualificados) al ciclo económico con derechos plenos. – Propuestas económicas alternativas (ESS, circular, cooperativismo, comunes, etc.) son vistas como “ocurrencias” y no se las tiene en cuenta. – Una ciudad muy dividida (ideología, procedencia, clase, barrios, etc.) e imposibilidad de acumular capital social en escala de ciudad. |
FORTALEZAS – El sector de la logística es fuerte (la plataforma de Zaisa de propiedad pública) y debido a la geolocalización de la ciudad es un sector con potencial para aprovechar las oportunidades. – Numerosas iniciativas que plantean colaboración y desarrollo local en base a la articulación en clave territorial (BDS Koop (ESS), red de Industria creativa, Programa Bidasoa Km0, etc.) – Amor propio por el comercio local que en cierta manera lo mantiene a flote. – Segunda ciudad de Gipuzkoa (tercera en la región transfronteriza) es Irun cabeza de comarca, y tiene posibilidades de generar un polo atrayente en sectores como la logística, el comercio o la cultura. – Entorno natural, historia, conectividad, oferta gastronómica, etc. que hacen que tenga posibilidades de posicionarse como destino turístico – Apuesta por participar en escalas supra-comarcales para el desarrollo económico en red: Consorcio Transfronterizo, EuroCiudad Vasca, EuroRegión, etc. – Red de centros formativos que van hasta el máster universitario (Mondragón Unibertsitatea) y especial fuerza en la Formación Profesional con dos centros de referencia como son Bidasoa FP y Playaundi FP. – Movimiento asociativo activo que empieza a incluir lo “económico” en su agenda. – Proyecto Vía Irun: estrategia conjunta entre gobierno municipal actual, Diputación, GV y Ministerio de Fomento para revolucionar el espacio ferroviario y convertirlo en una plataforma intermodal y centro de desarrollo económico moderno. – Buena red de servicios: transporte público y conexiones supracomarcales, servicio institucional (ventanilla) a las empresas, abastecimiento de agua, luz e internet asegurado, escuelas, centros de mayores, etc. – Progresiva sensibilización por parte del estamento político, más poroso a nuevas propuestas viendo que las cosas no acaban de mejorar.
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AMENAZAS – Quedar relegada como polo atrayente en la región urbana en construcción (por la fuerza centrífuga ejercida por Baiona y Donostia). – Posibilidad de nuevas crisis y aumento de las desigualdades sociales: mayor degradación de la cohesión social. – Las nuevas formas de producción, distribución y consumo, especialmente las que aplican economías de escala y uso intensivo de tecnología, pueden hacer que muchos sectores de actividad quiebren ante la capacidad competitiva de grandes empresas. – Que las empresas y capitales foráneos, necesarios para activar los sectores estratégicos de la comarca, no vean atractiva la localización. – Que el auge de visiones neoliberales y conservador-fascistas impidan articular alianzas con otros territorios en clave de desarrollo local y solidaridad. |
OPORTUNIDADES – Vía Irun Distrito Innovador: poder atraer empresas de referencia en logística avanzada, movilidad verde, comercio 4.0 y TICs a un nuevo distrito urbano situado en el centro de la ciudad y con opciones de inter-modalidad excepcionales (TAV, tren, euskotren, autobuses, etc.). – Concienciación ciudadana en clave de democracia económica: cada vez más masa crítica. – El fortalecimiento (teórico y político) de proyectos de corte municipalista que apuesta por la relocalización de los procesos económicos (en la medida de lo posible, claro está). Existe una amplia red de municipios (aquí, Udalbiltza) en la que se están generando y consolidando nuevos modelos económicos desde lo local pivotados en proyectos probados y exitosos. – Captar fondos europeos para financiar las estrategias de desarrollo comarcal.
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Transitar hacia un modelo de desarrollo territorial soberano (I)
BAJO BIDASOA: TRANSITAR HACIA UN MODELO DE DESARROLLO TERRITORIAL (MÁS) SOBERANO
Escenario económico y líneas de actuación posibles
| Iker Eizagirre |
El objetivo de este breve trabajo será doble. Por una parte, analizar el escenario económico de la ciudad de Irun (situado en la comarca de Behe/Hego Bidasoa) en base a fuentes secundarias disponibles y sintetizarlo en formato DAFO. Por otro lado, realizar algunas propuestas estratégicas de cara a mejorar esta situación aprovechando las fortalezas y oportunidades detectadas y teniendo en cuenta diferentes planes de desarrollo económico existentes para la comarca.
Para ello, trataremos de no obviar la complejidad del contexto de globalización neoliberal actual, lo cual no implica resignarse a su fuerza. A su capacidad de moldear los territorios en función de las demandas del abstracto mercado mundial. Así, apostaremos por la transición hacia un modelo de desarrollo local más sostenible que vaya ganando cuotas de soberanía en diferentes ámbitos de la reproducción social [1] (Narotzky, 2014).
Hablaremos de transición y no de ruptura. Así, ciertos elementos del paradigma neoliberal actual se considerarán inamovibles -por ahora- y se propondrán “palancas de cambio” para que la lógica de la soberanía territorial pueda ir ganando peso específico, pueda ir subsumiendo ámbitos de relación socio-económica en un mismo contexto de relación. En un territorio en el que las dos lógicas (la del capital y la de la vida) ocurren de forma simultánea.
Como recuerdan Subirats (2016) y Sunyer (2019) los gobiernos locales hoy están cada vez más preocupados y tienen más responsabilidad y herramientas para incidir en la marcha económica de sus territorios. La globalización ha alterado las escalas tradicionales, existe una “nueva sensibilidad de escala” (Subirats, 2016), en la que paradójicamente lo global y lo local están más relacionados. Las dos escalas se atraviesan mutuamente con mayor profundidad y cotidianidad.
La unidad pretendida estado-mercado-nación ha venido perdiendo peso como único marco de referencia en lo económico. Así, los territorios locales se enfrentan a la fuerza de los mercados globales con sus propias características y herramientas buscando elementos de ventaja competitiva que les posibiliten “aprovechar” los nichos del mercado global.
La estrategia de especialización regional inteligente (RIS 3), que dotadas de fondos europeos busca una integración estratégica a nivel comunitario de desarrollo territorial y económico, es prueba de esto [2]. Una apuesta por la competencia territorial en sectores económicos de valor de cambio agregado que la mayoría de veces genera modelos de desarrollo territorial extravertidos. Modelos de organización del territorio determinados más por las opciones de mercado global-externo que por las necesidades del propio territorio. La especialización conlleva un mapa de territorios profundamente interdependientes en amplísimas escalas. Interdependencia que lejos de articularse en base a tratados políticos/acuerdos de cooperación y/o ayuda mutua, se articulan como mercados. Se relacionan y compiten bajo los parámetros de la concurrencia y la obtención de ganancia. Es decir, territorios con escasa soberanía local, ecológicamente poco sostenibles y en los que concretar en lo real la justicia social es cada vez más difícil.. que ahondan en la forma de reproducción social capitalista y las consecuencias que de esta devienen [3].
Desde Irun, ciudad con los índices más altos de paro de la provincia (12,48%, datos de Lanbide, de abril del 2019 frente al 9.09% provincial), menor renta personal relativa (17.671€ frente a la media provincial de 21.714€, Eustat, 2016) y preocupantes síntomas de exclusión social, creemos que hay que empezar a visionar y generar estrategias territoriales hacia otro modelo.
Un modelo de desarrollo local sostenible y ciudadanamente participado, liderado por la institución pública y sus herramientas (como las agencias de desarrollo) que desde la visión y la autoridad ganada sean capaces de aglutinar a los agentes en direcciones conjuntas. Dirección que tiene como brújula las soberanías [4], la democracia económica y la justicia socio-ambiental.
Sea dicho que el viraje no puede darse de un día para otro: debemos partir de lo existente a nivel objetivo y del sentido común, e ir abriendo lógicas sistémicas que alimenten este modelo y debiliten a la vez el otro. Pero, ¿desde dónde? Es una cuestión de escala.
Como señalan Fons, Navarro y Boix (2016) en referencia a los pactos territoriales: “las reformas del sistema de empelo como las ideas innovadoras depende la movilización de los agentes públicos y privados en la escala territorial adecuada (…) los pactos territoriales es movilizar las voluntades los recursos locales en favor de una estrategia integrada que permita una mejor coordinación de las acciones”. La escala de la estrategia es por lo tanto fundamental. Creemos que por la institucionalidad generada para fomentar el desarrollo económico, por el marco de referencia vital de la ciudadanía y por las relaciones económicas tejidas en ella, la escala territorial en nuestro caso es la comarca de Bajo/Hego Bidasoa (conformada por Irun con 61.983 habitantes y Hondarribia con 17.018 habitantes).
Fuente: elaboración propia
En este gráfico tratamos de representar elementos que deben ser clasificados en diferentes ámbitos.
A) Ámbitos de la formación social que pueden ser diferenciados a nivel analítico por la cualidad de los agentes y las lógicas que estructuran al interior y en sus límites dichos ámbitos.
- A.1.Ámbito de lo público
- A.2.Ámbito de lo económico
- A.3.Ámbito de lo social
- A.4.Ámbito de la formación institucionalizada
B) Estructura territorial generada por la acción humana dentro de un determinado modelo de producción y reproducción social. Determinante para entender y proyectar el desarrollo económico. Aquí podríamos situar: 1)Infraestructuras en general (transporte, energéticas, hidráulica, telecomunicaciones o de edificación, etc.) 2) Conectividad como cualidad de la base territorial generada (ya sea física o virtual), las cualidades del urbanismo generado (gestión del suelo, compacidad y densidad, vivienda, función social del suelo, etc.) y el modelo de asentamiento territorial (relación campo/ciudad, metropolitización, dispersión, etc.).
C) La base biofísica sobre la que todo se sustenta: el medio natural que sabemos es eco-social (está parcialmente antropizado) pero que cabe separarlo de la “mancha urbana” y su lógica metabólica.
D) El sistema de representación o la “cultura” que todo lo envuelve y lo atraviesa. Es decir, el sentido que damos a las cosas y la guía para la práctica que ofrecen.
Huelga decir que desde la perspectiva del movimiento real de las cosas existe una relación dialéctica entre todos los elementos analíticamente diferenciados. Relación entre los ámbitos, el modelo territorial, la base biofísica y la cultura que conforma al interior de cada una de las mismas.
La cuestión estará, que dependiendo del modelo de reproducción social vigente el peso gravitacional de los ámbitos será diferente. Creemos que en el modelo actual lo que prima son las necesidades del polo económico que opera con una lógica plenamente capitalista: el territorio debe articularse para favorecer los procesos de acumulación de capital lo más rápido y con menos fricción posible.
Así, la institución debe garantizar servicios e infraestructura, financiación, información y legislación adecuada, los centros formativos deben abastecer la cualificación que el mercado exige y la comunidad debe ser dócil consumidora y sumisa trabajadora. El modelo territorial se debe adecuar como soporte para ello, y el medio natural es un “recurso”. Todo esto debe ser visto como “la única opción viable” gracias a una maraña ideológica densa. Una lógica del sentir y el pensar acorde con la acumulación que priorice al individuo, legitime la riqueza sobre la pobreza, respete ciertas jerarquías y autoridades, tienda a traducir todo al dinero, etc. Es decir, una cultura de mercado acorde que sea capaz de moldear las subjetividades en sintonía con las necesidades del mercado.
En contraposición, el desarrollo local en clave de soberanía debe poner el énfasis en las necesidades y aspiraciones (“desesidades”) sociales y las potencias que quiera desarrollar. Es decir, debe generar estructuras democráticas para poder orientar el territorio de forma comunitaria, contando con una estrecha colaboración de la institución y los centros formativos y poniendo la economía al servicio de la vida y no al revés.
En otras palabras “el objetivo estratégico, a medio y largo plazo, debería ser la transición hacia una cierta relocalización económica con el fin de reafirmar una base productiva soberana, diversificada y sostenible que permita a la economía urbana ganar autosuficiencia ante el empuje de la economía globalizada, porque la conquista ciudadana no debe ser –solo– política, sino también económica” (Sunyer, 2019).
De acuerdo con ello, la estrategia económico-urbana, basada en el desarrollo local y las soberanías tiene que tener en cuenta y debe cubrir los siguientes aspectos que solo enunciamos:
- La multiplicidad de escalas.
- Las personas en el centro.
- Liderazgo público, deliberación radicalmente democrática y control público-comunitario de los recursos.
- Los paradigmas económicos emancipadores (especialmente la alianza entre ESS y cooperativismo).
- Resignificación cultural de la economía y del emprendimiento. Marcando una gruesa línea entre actividad que apunta a la crematística -el arte de hacer dinero del dinero- y la que cumple una función social.
- Definición estratégica de una trayectoria propia de desarrollo que sea capaz de aprovechar las oportunidades de la globalización para fortalecer el metabolismo local.
- La potenciación y el aprovechamiento de redes de cooperación formadas por los más diversos actores económicos locales.
- Tener muy presentes los recursos intangibles, como la formación, las comunicaciones o la innovación tecnológica.
- Conocer los mercados y desarrollar las líneas de acceso a los mismos a partir de ventajas competitivas propias.
- Generar un clima local favorable para la actividad empresarial, potenciando los atractivos del territorio y articulando adecuadamente las políticas económicas con las sociales.
Con esta visión y esta misión pasemos a los apartados de caracterización económica de la comarca de Hego Bidasoa.
NOTAS
[1] Ésta se define como “el movimiento a través del cual una realidad social histórica concreta establece las condiciones para su continuidad, y el modo en que la realidad histórica concreta es incorporada en los agentes a través de las identidades personales y colectivas” (Narotzky, 2014).
[2] La RIS 3 explicita sus ideas fuerza de esta manera (Comisión Europea, 2014): 1)Se centran en el apoyo de la política y las inversiones en las prioridades, retos y necesidades clave del país o región para el desarrollo basado en el conocimiento. 2)Aprovechan los puntos fuertes, ventajas competitivas y potencial de excelencia de cada país o región. 3) Respaldan la innovación tecnológica, así como la basada en la práctica, y aspiran a estimular la inversión del sector privado. 4)Involucran por completo a los participantes y fomentan la innovación y la experimentación. 5)Se basan en la evidencia e incluyen sistemas sólidos de supervisión y evaluación (Comisión Europea, 2014).
[3] No es objeto de este trabajo analizar esta cuestión, pero situándonos en Irun la precarización general de la vida, el aumento de desigualdades, la poca soberanía en la organización de la producción y distribución (son grandes empresas tractoras que tienen capacidad de competir en lo global las que tienen la mayor fuerza gravitatoria y capacidad de incidencia), apropiación de la riqueza social por parte del capital foráneo, la exclusión social (ya que el valor agregado de la producción lleva a aparejado el uso intensivo de la tecnología y mano de obra cualificada que hace a cada vez más capas de la población “inservibles”) y la falta de cohesión en una sociedad tensionada, apática y resignada son algunos efectos. La “triada civilizatoria” propuesta por Fernández Ortiz de Zárate (2018) para comprender la lógica del capital en su fase actual se hace bastante palpable: a.) Mercantilización (de cada vez más espacios de la vida con énfasis en lo común/público). b.) Dominación múltiple (político/cultural). c.) Expulsión de aquellos sectores que ya no interesa integrar bajo perspectivas productivistas).
[4] Nos hacemos eco de la propuesta sistematizada en la publicación “Soberanías” (Varios/as autores/as (2019). Barcelona: Zambra-Baladre). En ella apuestan por la definición de los ámbitos estratégicos de la reproducción social, diferenciarlas tácticamente y analíticamente, y generar dinámicas de conquista de grados de soberanía diferenciados con agentes/estrategias propias en cada ámbito de conquista. Sobresalen: Alimentación, Vivienda, Salud, Cultura, Energía, Tecnología y la “soberanía reproductiva” como transición totalizante que relaciona al resto de soberanías sectoriales bajo lógicas de acción que ponen al cuidado y las personas en el centro.
Un nuevo urbanismo (III)
¿UN NUEVO URBANISMO? (III)
Teoría, étcia y política para una reflexión sobre el urbanismo en la coyuntura actual
| Iker Eizagirre |
Palabras clave: ciudad, urbanismo, política, ética, justicia social
3.Malestar urbano, contradicción y construcción: reflexionando desde el barrio de San Miguel de Irun
Siendo coherente con lo expuesto, la reflexión anterior nace de la práctica social por un lado (como parte de movimientos que podrían encuadrarse sin problemas en el “derecho a la ciudad”) y la práctica profesional que tratamos de realizar articuladamente desde la cooperativa Hiritik At. Cooperativa nacida en el centro social autogestionado “Lakaxita” (arrebatado a la especulación capitalista para generar alternativas), y que tienen Irún como principal ámbito de actuación. Desde ahí pues pretendemos reflexionar sobre el malestar urbano primero, y sobre las tendencias contradictorias al interior del proceso urbano después. Por no perdernos en la generalidad, y por la economía política del espacio disponible nos centraremos en el barrio de San Miguel. Barrio producido al amparo del Tren, con gran concentración histórica de población migrada, hábitat de familias de clases populares y en el que en la actualidad se está desarrollando el “Plan de Barrio San Miguel_2025”. Intento de generar una escala de planificación popular, una escala por debajo del PGOU, y que permita aglutinar (las reivindicaciones y agentes sociales) el barrio, bajo una agenda común y factible.
Dicha iniciativa nace desde luego de un “malestar”, que en muchos aspectos puede categorizado como “malestar urbano”. A saber:
• Sensación de eterna periferia: El barrio está yuxtapuesto a lo que podría ser considerado como “ciudad compacta”. La distancia física es pequeña, pero la urbanística, social y simbólica es muy grande. La sensación de que “Irun acaba en el puente de Txanaleta” está muy arraigada tanto dentro del Barrio, como fuera. Inmigrantes fueron la mayoría de sus primeros pobladores (llegados en la segunda mitad del XIX a construir el paseo de Colón y el Tren), inmigrantes los que le dieron su forma moderna (inmigración masiva del resto del estado 50-70s) y inmigrantes globales hoy, mucha de la nueva población que se asienta en el barrio (principalmente latinoamericanos y magrebíes).
• Impotencia del Ayuntamiento: La AVV con razón, interpela al ayuntamiento en muchos compromisos urbanísticos adquiridos, y sin ejecutar. Pero existe mucho malestar en aspectos, que siendo sinceros el ayuntamiento si bien ayudar, no tiene poder para cambiar de forma radical. Tal es el caso de la decadencia del pequeño comercio (elemento fundamental en el barrio, económica e identitariamente), la convivencia intercultural, el paro, o la sensación se seguridad. Elementos vinculados a la urbano, que conectan con dinámicas de acumulación capitalistas que transcienden por mucho la capacidad del ayuntamiento.
• Xenofobia: Este malestar repliega a la comunidad, la disuelve y se crean las condiciones para la alienación mutua, la indiferencia generalizada, el desconocimiento del vecino/a y la desconfianza. Si a esto se le suma el componente de la raza, aparece el racismo, como telón de fondo de explicaciones para la inseguridad o la degradación del barrio. Como sabemos, existen dinámicas que se dan a escala supramunicipal que explican muchas de las situaciones a mejorar, pero ante la dificultad de interpretar dinámicas tan complejas y escindidas del espacio/tiempo vivido, el migrante se convierte en chivo expiatorio de todo. Más, si como en el caso de San Miguel, no hay mecanismos comunitarios o institucionales de mediación intercultural. El odio al diferente, en un barrio donde el malestar urbano es profundo y el tejido comunitario débil, no solo se proyecta contra los inmigrantes (paradójicamente por poblaciones que vinieron en masa como migrantes económicos). En ocasiones se puede convertir en una guerra de “todos contra todos”, mayores que no quieren que se hagan cubiertas porque sino los jóvenes “se emborrachan y lo dejan todo hecho una mierda”, contra los proyectos alternativos/ocupas “eso es un antro donde yo no sé que pasa pero no me gusta nada”, contra sectores como los comerciantes “es que qué quieren, si no se renuevan, tienen que adecuarse a los tiempos”, contra las bicicletas “que andan por la cera como si nada”, contra los niños que juegan con la pelota “porque a veces se les va y nos da miedo”, … Evidentemente no queremos poner todas estas contradicciones al mismo nivel, solo poner sobre el tapete que este malestar (pues las citadas tienen que ver en parte con la cualidad proceso urbanístico desarrollado en el barrio), en ausencia de tejido comunitario barrial de mediación/socialización e incapacidad para interpretar las condiciones estructurales (más allá de que aquel hace esto que no me gusta, y por tanto que él no lo haga) que condicionan la vida urbana, se busca al culpable en el portal de enfrente. Esto, debilita a su vez la comunidad, y progresivamente la va disolviendo, haciendo de ella una parte de la “sociedad civil”, impotente y dependiente del ayuntamiento y el poder institucional constituido.
• Sobre la tecnología. “La tecnología sirve para lo bueno y para lo malo” (Borja y Mayorga, 2018), pero si recuperamos a Castells, el momento es anterior a su utilización, pues el proceso social completo para llegar a producir la tecnología está mediado por el poder. El tema de la tecnología no se limita a que uso le demos a lo que tenemos, sino a qué tecnología necesitamos y para qué, y como reorganizamos el trabajo social para ello. En San Miguel (también), la relación con la tecnología es profundamente contradictoria, y muestra una brecha generacional, que si bien no es tan evidente como a veces se presenta, existe. Mientras se critican elementos como la lectura de matrículas por parte de una cámara que los nuevos coches de la OTA llevan incorporado (“son una churrera de multas”), o se crítica la digitalización de los trámites municipales y la reglamentación de todo (se recuerda con añoranza las épocas en el que la relación era más personal, de tu a tu con la institución y menos reglada), se aplaude la utilización de las TIC en lo que tienen que ver con el control policial (pues genera más sensación de seguridad). En muchas ocasiones, se nota que la machacona idea “tecnología=mejora” se cuela en un primer momento, pero muchas de sus implementación generan extrañeza y rechazo.
• Las trampa de la resiliencia y su vuelta: En San Miguel, también se palpa la responsabilización individualizada o colectiva (como barrio) de su situación. En muchos sectores de Irún existe el concepto de que en San Miguel hay sobre todo inmigrantes, gente tosca, poca refinación, gente pobre y poco culta. La refinación estética de clase no se respira en este barrio, y la idea de que “están ahí los que se lo merecen”, o “ese barrio es así porque la gente que lo puebla es como es”, sino mayoritaria si que tiene fuerza explicativa en algunos discursos fuera del barrio. E incluso dentro. Así, no son lo suficiente buenos y tienen lo que se merecen, también en términos de hábitat de vida. La resiliencia, en el contexto del retroceso de lo público en la regulación de la vida pública (a favor del mercado) bebe de esto, y además fomenta esta idea pero en sentido positivo “debemos adecuarnos constantemente a un mundo cambiante”. El mundo cambia es así (¡cómo no va a cambiar!), y si te tropiezas en alguno de esos cambios, la responsabilidad recaer sobre ti. Esto es muy evidente en el caso del pequeño comercio en San Miguel, pues desde le punto de vista del consumidor que se ha dejado deslumbrar por las luces del comercio transnacional, (sus ofertas, variedad, estética, formato, etc.) “el pequeño comercio no ha sabido adecuarse lo suficiente”. Lo mismo pasa con el paro. Está claro que el concepto de resiliencia está vinculado al neoliberalismo y a hacer cargar sobre los hombros de los marginalizados el peso de la injusticia. Pero la vuelta, es decir reivindicar a papá estado como respuesta monolítica simple es un error. Se debe luchar el papel del estado (supuesta síntesis política del conjunto de relaciones sociales, y gestor de lo común) en todo lo que tiene que ver con la utilización de los recursos públicos para la reproducción lo más igualitaria, justa, inclusiva y sostenible de la sociedad, y luchar contra la enajenación de lo que es de todas en favor de agentes privados. Pero, eso no quiere decir reivindicar la mediación del estado en todo el proceso. A nuestro juicio, se debe avanzar en un lógica de co-gestión real en los ámbitos posibles. Pero para ello, no basta con la “buena voluntad del estado”, deben existir comunidades articuladas a nivel territorial con capacidad de definición y gestión de agenda. En esa labor, tanto en la dimensión técnica como política de ayudar el urbanismo, el urbanista, estar dispuesto y combinar su doble papel de técnico y militante social. El proceso de articulación barrial del Plan San Miguel 2025 es un intento de poner en práctica todo ello.
3.1. Dinámicas contradictorias y constructoras en el proceso de San Miguel
En el apartado anterior, se han citado algunos elementos localizados, que desde el prisma de la justicia social caminan en direcciones opuestas. Hay malestar e identificación de los efectos negativos del actual proceso urbanizador y respuestas creativas. En este apartado rescataremos dos de las que nos parecen las más llamativas.
La primera dinámica negativa es sin duda el procesamiento de extrañamiento respecto al hábitat urbano que las propias vecinas crean. “Es la alienación urbana, el sentimiento de desposesión, de los ciudadanos. Las áreas centrales expulsan a los sectores populares o dejan que se degraden y se consideran lugares malditos, criminalizados” (Borja y Mayorga, 2018). Esta sensación es clara entre muchas personas que habitan el barrio, sensación que se acrecenta frente a la progresiva turitsificación y museización de la ciudad compacta adyacente. También se acrecienta, pues San Miguel ha sido según cuentan las vecinas un barrio en donde las redes de solidaridad y ayuda mutua entre la personas migradas a partir de los 50 ha sido muy muy densa. Los testimonios dan cuenta de un barrio obrero en el sentido clásico del término: Densamente poblada, por personas con orígenes, centros de trabajo compartidos, intereses convergentes y espacios de socialización, ocio similares. Cómo nos decía un vecino “uno antes aquí se sentía como en el pueblo, este barrio era un pueblo pequeño. Nos juntábamos los ferroviarios, comíamos todos juntos siempre en el mismo sitio… si si, y salías a tomar algo y siempre te juntabas con alguien, del trabajo o de lo que sea” [8] (Manuel). Así los rápidos cambios que está viviendo el barrio (sobre todo la nueva escala de la migración y la debacle del pequeño comercio y la bajada de la participación en asociaciones barriales) generan una sensación de extrañeza para con el territorio vivido en cambio, lo cual hace que se idealice. Por otra parte, existen proyectos, grandes proyectos en el barrio en los que el Ayuntamiento de Irún si tiene competencia directa, y para con los que no se ha contado casi nada con el barrio. Esto profundiza más la sensación de vivir en un barrio sobre el que no puedo dejar huella, no me veo reflejado en él, vivo, paso por ahí pero no lo construyo.
El segundo (unido al anterior y a muchas más cosas) es claramente la sensación de inseguridad. Un tema, en el que en el foro de participación emergió como “como el tema que nos preocupa a todos, ni parques, ni perros, ni campo de futbol… ¿has salido a las diez de la noche por aquí? Te invito a hacerlo… tráfico de todo, drogas, personas.. y gente rara, negros, moros… esto ya no es lo que era, no se puede andar tranquilo por este barrio”. Ya hemos profundizado un poco en este tema antes.
Pero lo cierto es que también se dan dinámicas de reacción en clave positiva. Allá donde hay opresión, dominación hay resistencia y respuesta. Las relaciones de poder nunca son unidireccionales. En este sentido nos parece que la dinámica de construcción del plan abre la puerta a una planificación del territorio popular, desde abajo, y desde una escala inframunicipal [9]. Más cercana a la participación y unidad comunidad vivida/espacio. Abre la puerta a establecer las bases socio-materiales para empezar la lucha por el derecho a la ciudad en condiciones. Y es que;
“El derecho a la ciudad no es un catálogo de derechos específicos que pueden obtenerse más o menos, unos sí y otros no. Los derechos son interdependientes, no se pueden ejercer unos si faltan los otros, y todo ello requiere políticas integrales y que deben imponerse a la lógica del mercado. No se trata solo de derechos estrictamente urbanos, como la vivienda, el espacio público, los equipamientos y los servicios básicos, la accesibilidad y la visibilidad, la centralidad próxima, la movilidad y la inserción en la trama urbana compacta, sino también de derechos sociales y económicos, la educación y la sanidad públicas, el empleo y la renta básica, la formación continuada y la protección social, el acceso a la cultura y al uso de las tecnologías de la información y comunicación, así como la igualdad de derechos políticos y jurídicos a todos los habitantes de la ciudad, la posibilidad real de participar en los procesos de elaboración de los programas de las instituciones políticas y en la gestión cívica o social de las entidades de gestión de interés general”
(Borja y Mayorga, 2018)
Son interdependientes, pero claro, como no estamos en posición de cambiarlo todo de golpe, se debe priorizar en la dialéctica necesidad/factibilidad y crear una agenda desde abajo que marque qué es eso del derecho a la ciudad en un territorio dado (articulando con los planteamientos globales). Cómo se operativiza y entre quienes estamos dispuestos a pelearlo. De lo contrario, sin territorialización ni sujeto, “el derecho a la ciudad” puede ser un derecho abstracto más, muy bonito en el papel o en palabras de Lefebrve o Harvey, pero inmaterializable. Así pues el Plan de Barrio, creemos es una respuesta creativa dentro del malestar urbano, que pretende generar las condiciones fundamentales para pelear por el derecho a la ciudad: Agenda concreta y sujeto territorializado en torno a ella.
BIBLIOGRAFÍA
Borja, J. Mayorga, M (2018). El urbanismo frente a la ciudad actual. 09/11/2018, de la UOC
Castells, M (1972). Problemas de Investigación en sociología Urbana. Madrid: SXXI
Santos, B (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder. Madrid: Trilce
TALLERES
Foro 1 realizado el 06/11/2018 en la escuela San Vicente de Paul dentro del proceso del “Plan San Miguel_2025”. Sitio Web: https://sanmiguel2025.wordpress.com/
ENTREVISTAS
Manuel. Hombre 78 años migrado a Irún en 1964 y trabajador ferroviario toda su vida
NOTAS
[6] Las citas que se utilizarán provienen de la sesión participativa que realizamos desde Hiritik At en el barrio de San Miguel (06/11/2018) y de entrevistas previas realizadas con agentes del barrio para preparar la sesión
[7] Puente que salva el agujero creado por la playa de vías que atraviesa Irún y la divide, pero que no tiene más de 20 metros
[8] Esto tendría que ser complementado por diversas posiciones de sujeto, entre ellas la de las mujeres de San Miguel. Puede que la dinámica comunitaria existiese, pero seguro se desarrollaba de forma diferente
[9] Profundizamos en las características de este Plan en un artículo próximo
Un nuevo urbanismo (II)
¿UN NUEVO URBANISMO?(II)
Teoría, ética y política para una reflexión sobre el urbanismo en la coyuntura actual
| Iker Eizagirre |
En esta serie de tres artículos reflexionaremos sobre el urbanismo (como ámbito de saber diferenciado y como práctica en el “hacer ciudad”), así como de las “profesionales” llamadas a ejercerlo (urbanistas). Trataremos de hacerlo dentro de la fase histórica actual (globalización neoliberal) y por tanto desmenuzando algunas cuestiones éticas y políticas de del urbanismo.
Palabras clave: ciudad, urbanismo, política, ética, justicia social
La práctica del urbanista se debe sacar de la lógica de que “es un trabajo” sin más [3]. Sacarlo de las lógicas del corporativismo, sumisión total al empleador y la escisión cualitativa del resto de la vida. Un urbanista debe ser algo más que “solvencia” técnica. Debe ser reflexión constante, y principios éticos y políticos pues su práctica tiene impacto en la vida de muchas personas. ¿Pero como puede actuar un urbanista?
Lo primero es que, bajo las mediaciones del urbanismo (atada a la estructura social) y de forma individual el urbanista no puede actuar en sentido transformador. Es duro asumirlo, pero desde nuestra experiencia profesional es una conclusión clara. Sin una articulación interna a la práctica urbanística (con fuerzas transformadoras del gremio) y una articulación territorial con agentes sociales, económicos y políticos que tengan capacidad de articulación e incidencia política, es muy difícil en el metabolismo urbano en sentido de justicia social. El “urbanista transformador” (sin alianzas, de forma individual) está abocado así a dos opciones: La resignación reaccionaria o el abandono de la práctica profesional. La escisión entre teoría y práctica no es sostenible durante largo tiempo, a nos ser que existan enormes cuotas de hipocresía.
Para reflexionar sobre este tema, nos gustaría traer al Castells de “Problemas de Investigación en sociología Urbana” (1972). Como insumo para pensar la teoría/práctica del urbanismo.
2. La ética y la política como principios de renovación
La práctica del urbanista se debe sacar de la lógica de que “es un trabajo” sin más [3]. Sacarlo de las lógicas del corporativismo, sumisión total al empleador y la escisión cualitativa del resto de la vida. Un urbanista debe ser algo más que “solvencia” técnica. Debe ser reflexión constante, y principios éticos y políticos pues su práctica tiene impacto en la vida de muchas personas. ¿Pero como puede actuar un urbanista?
Lo primero es que, bajo las mediaciones del urbanismo (atada a la estructura social) y de forma individual el urbanista no puede actuar en sentido transformador. Es duro asumirlo, pero desde nuestra experiencia profesional es una conclusión clara. Sin una articulación interna a la práctica urbanística (con fuerzas transformadoras del gremio) y una articulación territorial con agentes sociales, económicos y políticos que tengan capacidad de articulación e incidencia política, es muy difícil en el metabolismo urbano en sentido de justicia social. El “urbanista transformador” (sin alianzas, de forma individual) está abocado así a dos opciones: La resignación reaccionaria o el abandono de la práctica profesional. La escisión entre teoría y práctica no es sostenible durante largo tiempo, a nos ser que existan enormes cuotas de hipocresía.
Para reflexionar sobre este tema, nos gustaría traer al Castells de “Problemas de Investigación en sociología Urbana” (1972). Como insumo para pensar la teoría/práctica del urbanismo.
Portada del libro ‘Problemas de Investigación en Sociología Urbana’ de Manuel Castells
Castells afirma desde el campo de estudio de lo urbano, que la epistemología es “práctica política en el interior de una práctica teórica” siendo la tarea “demarcación entre teoría e ideología o diversos tipos de ideología”. ¿Vieja discusión entre “verdad-teoría” y “ideología-distorsión”? No. Pero si la asunción de que “la práctica teórica es un proceso socialmente determinado de producción de conocimientos concernientes a un terreno de la experiencia, afirmar la relación con la estructura social, y por tanto su posición de clase” (1972). Esto no es la “teoría espejo” de Engels, sino un llamamiento a considerar que la definición de la urgencia social, el “objeto de estudio” de la metodología a emplear, de la epistemología a través del cual el conocimiento se valida, la institucionalización del conocimiento y por supuesto todo el proceso material de producción de conocimiento (financiación, logística, infraestructura, difusión, etc.) están mediadas por la estructura social. Estructura y proceso social, que tiene determinaciones clasistas, machistas y racializantes en la medida que es proceso/estructura capitalista, patriarcal y racista [4]. Esto no puede pasar por alto si hablamos de la renovación del urbanismo, si bien luego se debe localizar, concretar la forma en la que estas dominaciones/opresiones estructurales se dan.
Por otra parte no se debe olvidar:
• Que la utilización del producto teórico está determinado por estas relaciones de poder (por lo menos): Es decir “todo lo que digas podrá ser utilizado en tu contra”. Resultando que aceptamos (por irrefutable) el cambio climático y sus consecuencias, pero el responsable eres tú que no echas suficiente orgánico en el contenedor marrón.
• Que los avances o frenos en el terreno de la práctica teórica se aceleran o son impedidas según los intereses de las clases dominantes en cada sistema político. Resulta que hemos desarrollado una capacidad técnico-científica en urbanismo que hace posible soterrar y hacer llegar el TAV a Bilbao, pero ¿No tenemos técnicas sostenibles de construcción universalizables a nuestras ciudades?
• Que por ello, la “investigación-subversión” eficaz, solo es posible en la medida que las fuerzas sociales transformadoras abran brecha en el sistema de dominación (Castells, 1972:5)
En nuestra opinión si queremos que el urbanismo sea una praxis transformadora, debe asumir su autonomía relativa, y la necesidad de alianzas. A veces, para acompañar y empoderar técnica y políticamente a las habitantes para que sean sujetos colectivos con poder en lo que al proceso urbanístico se refiere, y en otras ocasiones para valerse de los avances de las fuerzas social para avanzar en el campo del urbanismo.
Para cerrar esta cuestión que daría para mucho más, quisiéramos traer una cita, que a nuestro juicio encapsula el nudo gordiano de la práctica urbanística. Un nudo con componentes éticos, políticos, pero también epistemológicos, teóricos y de importancia crucial a la horas de definir en la práctica, en base a qué realidades empíricas se debe fundamentar es estudio y la abstracción teórica del urbanismo en la coyuntura actual;
“Solo es trabajo teórico directamente relevante para la acción política aquel que, al mismo tiempo se funda en una sólida base científica y está ligado a las masas en una coyuntura concreta. Y el único criterio para decidir qué cuestiones son importantes y cuales no para la acción política, para decidir qué hay que investigar, no es el juicio aislado de una escuela académica, sino la voluntad política de las masas expresada organizadamente”
(Castells, 1972)
Así pues, el trabajo de renovación no empieza y acaba en la oficina. Sino está a caballo entre el escritorio y la calle. El trabajo científicamente riguroso, y el trabajo en fomentar la organización de los sectores que enfrentan “el problema urbano” para que puedan expresarse y marcar agenda de transformación. Hoy, el urbanista debe ser un militante social si quiere generar condiciones de enfrentar los retos de la urbanización en términos prácticos [5].